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Desde distintas asociaciones médicas se realizan periódicamente campañas para que la gente conozca los síntomas del ACV y consulte en forma precoz. Felizmente, en los últimos dos años se ha incrementado el porcentaje de personas que conocen cuáles son sus síntomas: hoy solo el 16,6% desconoce cuáles son las señales de alerta de un ACV frente al 34,1% que no había podido mencionarlas en 2011, revela una encuesta realizada por la Asociación Argentina de Ataque Cerebral y la Fundación para el Estudio de las Neurociencias y la Radiología Intervencionista.

Las señales de alerta de un ACV pueden resumirse de la siguiente forma:

 

  • Sentir un lado débil, dormido o paralizado (cara, brazo o pierna).
  • Problemas para hablar o entender.
  • Dificultad para ver bien o quedarse ciego bruscamente.
  • Alteraciones para mantener el equilibrio o caminar normalmente.
  • Dolor de cabeza severo, de aparición brusca y con intensidad mayor a cualquier otra cefalea que se haya tenido en alguna oportunidad

 

Ante cualquiera de estos síntomas, es imprescindible solicitar atención médica de emergencia. «La consulta precoz es fundamental debido a que existe un periodo dentro del cual el médico puede actuar y resolver el episodio (ventana terapéutica), ya sea a través de medicación intravenosa o por cateterismo.

Más allá de ese tiempo, aumenta en forma significativa el riesgo de que el “remedio” no solo sea ineficaz, sino que también genere complicaciones. De ahí la frase “tiempo es cerebro”», señala el doctor Francisco Meli, coordinador de Neuroimágenes de Diagnóstico Maipú.

 

¿Qué es un ACV?

El bloqueo de un vaso sanguíneo en el cerebro o el cuello, denominado «ataque cerebral isquémico», es la causa más frecuente de ataque cerebral y es responsable de cerca del 85% de los ACV. Estos bloqueos provienen de tres situaciones: la formación de un coágulo dentro de un vaso sanguíneo en el cerebro o el cuello, llamado «trombosis »; el movimiento de un coágulo de otra parte del cuerpo, como el corazón, hacia el cerebro, llamado «embolia»; el estrechamiento grave de una arteria dentro del cerebro o que va hacia él, llamado «estenosis». La hemorragia dentro del cerebro o en los espacios que lo rodean representa la segunda causa de ACV, llamado «ataque cerebral hemorrágico» (15%).

«Es importante tener en cuenta algunos puntos claves en el manejo del ACV agudo, relacionados con su “logística” en el tratamiento exitoso de estos pacientes », señala el doctor Meli, que destaca que, según el Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares, de Estados Unidos, existen dos puntos de gran importancia a la hora de adoptar una conducta ante un caso de ACV.

«Se recomiendan los estudios por imágenes cerebrales de urgencia antes de iniciar cualquier tratamiento específico para tratar el ACV isquémico agudo –explica el doctor Meli–. En casi todos los casos, la tomografía computada (TC) sin contraste proporcionará la información necesaria para decidir el tratamiento de urgencia. El estudio se realizará antes de iniciar el tratamiento, para excluir la hemorragia cerebral (contraindicación absoluta) y para determinar si hay alteraciones en la TC o, eventualmente, resonancia magnética, causadas por isquemia cerebral, para así descartar otras causas no vasculares».

«Para las instituciones sin experiencia en la interpretación de estos estudios por imágenes –completa el especialista– se recomienda la utilización de sistemas de telerradiología, aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos, con el objetivo de analizar con prontitud la tomografía computada y la resonancia magnética de los pacientes con presunto ACV agudo, de manera de asegurar una interpretación rápida y adecuada (a cargo de médicos entrenados) de esos exámenes, a fin de decidir con celeridad el tratamiento por seguir».

En la actualidad, al igual que desde hace muchos años sucede con el infarto cardíaco, el ACV presenta un mejor pronóstico relacionado con la recuperación in íntegrum de muchos de estos pacientes, y la consecuente integración de ellos a la población activa. «La correcta utilización de los medios a nuestro alcance, ya sea tecnológicos o relacionados con el factor humano (médicos con experiencia, sistemas de salud) determinará en qué medida podamos avanzar en el manejo de esta devastadora enfermedad», concluye el doctor Meli.

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