En los últimos años, han florecido los condimentos elaborados a base de sal –sales con jengibre y limón, con wasabi, con páprika, por ejemplo–, así como las sales marinas y las de roca, como la sal rosada, que actualmente se importa del Himalaya. Uno de los productos estrella, preferido tanto por consumidores como por muchos de los más destacados chefs locales, es Sal de Aquí, la única sal marina elaborada en la Argentina, que se obtiene en forma artesanal a partir de la evaporación del agua de mar en una pequeña localidad costera de la provincia de Chubut. En forma de escamas, la sal se convierte no solo en un condimento, sino también en un ornamento para la elaboración de platos.

Pero incluso el uso de sal marina ofrece ventajas que van más allá del placer gastronómico. «La concentración de cloruro de sodio, cercana al 80%, es inferior a las sales comercializadas masivamente, y el resto de los minerales de la composición son un excelente complemento dietario», explican desde Sal de Aquí. «Contiene poco cloruro sódico, es más rica en oligoelementos y conserva la mayor parte de su magnesio y calcio, entre otros minerales –confirman desde la firma San Giorgio, que importa de Italia la sal marina producida por Drogheria & Alimentari–. Como su sabor es más intenso, se usa menos cantidad, lo que se traduce en una menor ingesta de sodio». Sea mayor o menor el contenido de sodio, nuevamente es la moderación en su uso la clave para que su consumo no represente un factor negativo parala salud.