Por Sebastián A. Ríos
Se estima que en la Argentina el 20% de las personas padecen sus síntomas, que en muchos casos interfieren con las actividades cotidianas. Especialistas explican cómo llegar a su diagnóstico y cuál es su tratamiento.
Cuatro de cada diez pacientes que llegan al consultorio del gastroenterólogo han sido derivados por sus médicos clínicos por padecer un puñado de síntomas muy molestos, por momentos incompatibles con la posibilidad de realizar actividades cotidianas (trabajar, estudiar, etcétera), que responden al nombre de Síndrome de Colon Irritable o Síndrome de Intestino Irritable. Pero esa población representa tan sólo una pequeña fracción de quienes padecen este síndrome, que se estima que en la Argentina afecta en alguna medida al 20% de las personas, principalmente a las mujeres.
“Es un síndrome clínico muy frecuente, que afecta al intestino grueso o colon. Si bien puede llegar a ser muy molesto, es benigno y no causa daño en el colon. Pero aunque raramente requiere internación, altera en forma significativa la calidad de vida de quienes lo padecen y es una causa frecuente de ausentismo laboral y escolar”, comentan los doctores Eduardo Piskorz y Araya María Valentina Araya, médicos gastroenterólogos del Centro Gastroenterológico Vicente López (Cegavilo).
A pesar de lo frecuente del síndrome, sus causas no están del todo claras. Existen formas que pueden presentarse luego de una infección gastrointestinal, pero se sabe que puede haber otros factores desencadenantes, entre los que se destaca el estrés. La relación estrés y síndrome de colon irritable se explica por el hecho de que el intestino está conectado con el cerebro mediante señales hormonales y nerviosas que van y vienen, y que afectan el funcionamiento intestinal. Dado que los nervios pueden volverse más activos durante momentos de estrés, esta hiperactividad es capaz de hacer que los intestinos sean más sensibles y se compriman o se contraigan más. Ahí entonces aparecen los síntomas.
Pero, ¿cuáles son sus síntomas? “El síndrome de colon irritable puede manifestarse de formas muy diversas: cólicos, dolor abdominal, distensión –responden los especialistas consultados–. En algunos pacientes predomina el estreñimiento, en otros la diarrea, y en otros pacientes alterna diarrea con constipación”. Lo cierto es que los síntomas difieren de una persona a otra, fluctuando de leves a graves. Aun así, la mayoría de las personas tiene síntomas leves. Para poder hablar de que una persona tiene este síndrome, los síntomas tienen que haber estado presentes por al menos 3 días al mes durante un período de no menos de 3 meses.
Hacia el diagnóstico
Una de las características del síndrome de colon irritable es que los pacientes suelen atravesar distintas consultas médicas (e incluso a veces distintos tratamientos que no ofrecen alivio significativo) antes de llegar al gastroenterólogo, que es quien cuenta con las herramientas para arribar al diagnóstico diferencial. “Es importante la consulta al especialista [en gastroenterología], el cual mediante la entrevista médica podrá orientar el diagnóstico –advierte el doctor Piskorz, ex jefe de gastroenterología del Hospital Fernández–. Ante síntomas atípicos o personas mayores de 50 años, es necesario solicitar estudios que permitan descartas lesiones orgánicas u otras patologías, como enfermedad celíaca o cáncer de colon”.
En ese sentido, los estudios por imágenes suelen ser de gran utilidad para descartar otras enfermedades que comparten síntomas con el síndrome de colon irritable. “Existen numerosos estudios por imágenes que un paciente con síntomas de síndrome de intestino irritable puede realizarse hasta llegar al diagnóstico –comentó el doctor Javier Vallejos, Jefe del Servicio de Resonancia Magnética de Diagnóstico Maipú–. Estos estudios son de los más simples hasta de alta complejidad. Uno de los estudios iniciales y accesibles es una ecografía abdominal que sirve para un enfoque inicial principalmente para descartar otras patologías. También en este sentido se puede realizar una tomografía computada de abdomen y pelvis, un estudio más avanzado que ofrece mayor detalle anatómico y un panorama general de los órganos abdominales”.
“Otros estudios más específicos para evaluar los intestinos son: estudios radiológicos contrastados como el colon por enema y el tránsito intestinal –completó el doctor Vallejos–. Son estudios que se realizan con equipos de rayos X, que ofrecen información general y que están siendo reemplazados por estudios con mayor detalle anatómico, como la entero-tomografía, la colonoscopía virtual por tomografía y la entero-resonancia magnética. Estos exámenes permiten una evaluación integral de los intestinos en sus diferentes segmentos, pudiendo descartar patología orgánica inflamatoria, infecciosa o neoplásica (tumoral) que podrían presentarse con signos y síntomas similares al síndrome de intestino irritable”.
Una vez llegado al diagnóstico correcto, existen distintas herramientas terapéuticas que pueden ayudar a mitigar sus síntomas. “Desde el punto de vista farmacológico existen antiespasmódicos que en combinación con otros fármacos pueden ser utilizados; incluso también ciertos ansiolíticos y antidepresivos son de utilidad. –explica la doctora Araya, gastroenteróloga de planta del Hospital Fernández–. Todos estos medicamentos deben ser indicados y controlados por el especialista”.
“Lo más importante es informar al paciente de la cronicidad de esta patología, que cursa con momento de exacerbación de los síntomas, que tanto el aspecto emocional y el nutricional forman parte del mismo trastorno, y que el tratamiento debe ser multidisciplinario”, concluyen los doctores Piskorz y Araya.
Recomendaciones nutricionales
No existe una dieta que se aplique a todos las personas que padecen síndrome de colon irritable. Es por ello que muchos especialistas coinciden en recomendar que los pacientes lleven un registro de los síntomas y de los alimentos que ingieren, para así poder identificar alimentos que puedan exacerbar la enfermedad. Pero más allá de este diario, existen algunas recomendaciones generales; a continuación, las de la Asociación de Dietistas de Reino Unido.
• Comer tres veces al día y no saltarse comidas.
• No comer tarde por las noches y hacerlo en pequeñas cantidades.
• Comer con tranquilidad. Una buena digestión necesita relajación.
• Limitar la ingesta de alcohol a dos unidades al día y mantener al menos dos días libres de alcohol a la semana.
• No superar las dos tazas de café al día.
• Reducir el consumo de bebidas con gas.
• Beber al menos ocho vasos de líquidos al día, sobre todo agua o bebidas sin cafeína.
• Reducir los alimentos con alto contenido en grasa, como las papas fritas, la comida rápida, el queso, la pizza, las salsas cremosas y los snacks en general.
• Reducir los alimentos manufacturados y cocinar con ingredientes frescos en la medida de lo posible.